martes, 19 de octubre de 2010

2 Ono - De camino

1 - La presentación

Hacía un sol de justicia. El asfalto desprendía un calor insoportable, y mis zapatillas empezaron a dar cuentas de ello.

- Padre, creo que mis zapatillas se están derritiendo.

- Deja de lloriquear. El que se queja no es un hombre, ¡es un marica! Cuando vayas descalzo, con ampollas, yagas y sangre en los pies, tendrás razones para quejarte.

- Vale, vale… ¿Por qué no has cogido el coche? Estamos a quince minutos andando y hace mucho calor.

- Andar es sano, y que te dé el sol también. ¿No has visto lo pálido que estás? Desde luego, qué poco te pareces a mí - No pude obviar el gesto despreciativo que hizo con todas y cada una de sus facciones. Es más que evidente que no soy el prototipo de hijo ideal, al menos para él -. Yo a tu edad estaba renegro de pasar las horas en la calle haciendo deporte y sobreviviendo en la jungla callejera.

Mi padre es un tipo duro. O al menos intenta aparentarlo. Estoy convencido de que a la hora de la verdad, ante cualquier adversidad, se cagaría encima.

- Sinceramente, preferiría ir en coche. Voy a llegar apestando a sudor, y ya sabes que mi olor corporal es especialmente intenso. Los niños van a pensar que soy un cerdo, y a esas edades son muy crueles. Ya tengo suficiente con mi putada.

Entonces me dio una leche en toda la cabeza.

-Te he dicho mil veces que no digas tacos.

El solapo seguía golpeándome la almendra, cada vez con más intensidad. Sentía que perdía la consciencia cuando, al girar una calle, pude vislumbrar lo que parecía el edificio que me iba a dar cobijo todas las mañanas y algunas tardes: el Colegio público Virgen de Fátima.

- Niño, ya hemos llegado. Olvida tu estúpida costumbre de inventarte una vida paralela. Estoy hasta las narices de que los profesores soliciten reuniones conmigo para hablar sobre mi supuesta adicción a las drogas, alcohol o putas. ¿Entendido?

- Qué poco sentido del humor tienes.

3 - La Recepción

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